Necesito más amigos con alas, todos los ángeles que conozco ponen en concreto en mis venas. Siempre caminaba a casa sola, y me convertí en alguien sin vida, como mi teléfono.
Nunca jugué verdad o consecuencia, tendría que haber comprobado mi espejo para ver si todavía estoy aquí. Mis padres no tenían idea, de que comía todas mis comidas sola en el baño.
Los profesores decían: sólo es una etapa. Que cuando creciera, probablemente mis hijos harían lo mismo. ¿Quién hubiera sabido que ésto me pondría bajo tierra tan joven?
No hay nada que perder, cuando nadie sabe tu nombre. No hay nada que ganar, pero los días no parecen cambiar. No hay nada que perder, mi cuaderno lo explicará. No hay nada que ganar, y no puedo luchar contra el dolor. 
Y morí justo hoy. 

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